Sunday, October 26, 2008

Ayudar a extraños


Me han ocurrido dos anécdotas de forma suficientemente cercana en el tiempo como para hacerme reflexionar, hasta llegar al punto de motivar un post en el blog.

Sé que para la mayoría de la gente serán anécdotas de lo más insignificante, pero también es cierto que la mayoría de la gente no estará leyendo esto.


Primera anécdota

Hace unos días, una mujer andaba empujando el cochecito de su hijo en la estación de Provença de FGC; se disponía a bajar las escaleras que llevan a los trenes, y ante la imposibilidad de hacerlo sola, me pidió ayuda amablemente. Yo le ayudé a bajar, sosteniendo el cochecito por un extremo (el inferior, concretamente).


Segunda anécdota

Esta mañana una chica ha resbalado y ha caído al suelo mientras caminaba en dirección al metro de Santa Eulalia. Es un lugar que está actualmente en obras y el piso es resbaladizo en algunas partes. Le he ayudado a ponerse de pie y le he preguntado si estaba bien; me ha respondido que se había hecho un poco de daño en la mano. Después ha seguido andando.


Mi reflexión

Lo que más me llama la atención de estas dos anécdotas es que he ayudado a gente que no conozco de forma voluntaria, y me pregunto: ¿por qué?

Siempre había pensado que si alguna vez se me presentaba la ocasión de poder o tener que ayudar a alguien que empuja un cochecito, diría que no. El argumento: si tienes hijos, son 100% tu responsabilidad, incluído el transportarles en el metro; no deberías ponerte en situaciones en las que dependas de otros. Desde un punto de vista más darwiniano, ayudarte significa dar una ventaja competitiva a un ADN que no es el mío.

Sin embargo, ayudé a esa mujer. Podría haberle dicho que no, podría haber esquivado la situación, seguir fiel a mi argumento y no darle la ventaja. Pero por algún motivo lo hice, le ayudé... y hasta me atreviría a decir que sentí la satisfacción personal de haber ayudado a alguien, de hacer algo que me hubiera gustado que hiciesen por mí, aunque yo nunca hubiera solicitado ayuda en ese caso, y aunque fuera en contra de mi razonamiento.

El caso de la chica que resbaló es similar, aunque quizá un poco más justificable por el deber de socorro tipificado por ley (suponiendo que omitieramos temas morales, éticos y demás). Pero desde luego que no estaba en peligro, ni se había hecho tanto daño como para no poder levantarse y seguir.

Y tambien le ayudé.

Podría ser simplemente un fruto de la casualidad, de estar en el lugar concreto en el momento concreto en el que esas personas necesitaban que alguien les echase una mano. Pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿por qué? ¿qué mueve a alguien a hacer una acción más o menos altruista por alguien desconocido?

Aquí evidentemente me estoy refiriendo a altruismo y ayuda a este nivel microscópico de situaciones cotidianes en un entorno urbano, por decirlo de alguna manera. No me refiero a la ayuda que alguien puede prestar a gente que pasa hambre, a niños en países pobres que necesitan de las atenciones más básicas. Ese tipo de ayuda sí lo entiendo y mi asocialidad e inhumanidad aplican mucho menos. Entiendo que son situaciones en las que entendemos que seres iguales que nosotros viven una situación injusta, y queremos que todos dispongamos de las mismas condiciones de vida.

Normalmente no haría esta pregunta, pero: ¿qué opináis, inteligentes lectores?



Photo by MorBCN

4 comments:

  1. Desde mi punto de vista creo que la respuesta es: Por educación.

    Independientemente del punto de vista darwiniano, ayudaste a esas personas porque es lo correcto y, como bien dices, también te gustaría que lo hubieran hecho ellos por ti.

    Es una situación comparable a la de ceder el paso a una persona o pasar tú primero. Si eres educado dejarás pasar a la otra persona. Si no lo eres, no.

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  2. Gracias Jordi por tu comentario :)

    Quizá debería cambiar mis razonamientos en cuanto a ayudar personas con cochecitos...

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  3. el ser humano es bueno por naturaleza... así como sus instintos.
    queda demostrado con tus anécdotas :)

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  4. Añado un factor: Biológico.

    Somos animales de manada, un animal "social". Formamos grupos, en diferentes anillos, con diferentes grados de afinidad que diferencian "los míos" del "resto": familia, amigos, vecinos, compatriotas, seres humanos...

    Eso hace que nuestros instintos no solo incluyan la autoconservación, sino la del grupo. El impulso de ayudar a los miembros del grupo está ahí, aunque según personas pesa más o mucho más el de ayudarse a uno mismo.

    Ya gustaría a muchos que los instintos no pesaran tanto en nuestro comportamiento, ser lo más cerebrales posible... pero milenios de evolución tiene su inercia ;)

    En general, no creo que que seamos "buenos" o "malos" por naturaleza, simplemente somos animales de manada.

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