Estoy bastante entusiasmado con la aparición hoy del primer número del diario Público, periódico dirigido por Ignacio Escolar, y de tendencia declaradamente progresista.
Espero poder escribir al respecto cuando tenga la oportunidad de leerlo. Sin embargo he querido adelantarme con este post para poner el vídeo del anuncio de dicho periódico en televisión, que posteriormente fue prohibido por Autocontrol, la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial. Por suerte todavía sigue siendo difícil poner barreras a Internet.
Wednesday, September 26, 2007
Tuesday, September 18, 2007
Diversas formas de no estar contento
Admítelo. No se puede ser feliz, nunca. Naturalmente hay grados; hay quien cree que está mejor y hay quien cree que está peor. Pero dentro de todo, incluso para aquellos poco exigentes con la vida, es muy difícil estar contento siempre, llegar a un punto de máxima-evolución a partir del cual no valga la pena hacer ningún esfuerzo, porque no se podrá estar mejor.
Hay varias formas de no estar contento que, pasando por encima de todos los estudios de psiquiatría habidos y por haber (porque sí, porque esto no lo lee nadie y escribo lo que me da la gana), simplificaré en dos casos canónicos:
¿Cómo puede ser feliz este sujeto? (llamémosle A). La televisión y los libros de autoayuda que tanto gustan en las empresas recomendarían sin lugar a dudas hacer un poco de trampas, rebajar la meta para que así sea asequible, y lograr un rellano de felicidad.
¡Mal!
La altura de la meta es la que marca la felicidad conseguida. Me explico. Mi meta es quedar primero en todas las carreras de motos. No lo consigo, llego siempre por detrás del décimo. Solución monje-que-se-vendió-su-ferrari: que tu meta sea llegar octavo. ¿Cómo voy a ser igual de feliz que llegando primero?
Creo que la solución de A pasa por admitir que ese es el nivel máximo de felicidad al que podrá llegar jamás. Su meta debe seguir siendo llegar el primero; quien sabe si algún día lo conseguirá. Pero debe tener muy claro que ni tan siquiera llegando primero va a ser feliz; para aquél entonces ya se habrá marcado otra nueva meta que resultará inalcanzable. Está en su naturaleza idealista. Si reconoce que ha tocado techo felicista, si consigue desmentir el mito de que existe algo mejor, dejará de preocuparse sobre su propia infelicidad. El astuto lector habrá notado que eso va bastante en contra de todas aquellas religiones y doctrinas que prometen el oro y el moro después de muertos. Bienvenidos al ateísmo.
El que no sabe lo que quiere es un inconformista, en el sentido más literal posible del término; un culo de mal asiento, por usar un registro más vulgar. La solución de libro de texto pedirá a este personaje (al que llamaremos B por alfabetismo) que prolongue la duración de sus metas, de sus trabajos, de sus relaciones de pareja. Y ahí es donde nuevamente me erijo frente a generaciones de estudiosos de la materia para discrepar, para pedirle a B que también asuma su naturaleza cambiante, inestable, mobile, por referenciar a Rigoletto. En el caso de B, no es su situación actual lo que le disatisface, sinó sus metas, ora demasiado simples, ora demasiado complejas.
Cada uno tiene su forma de no estar contento. Y, sin necesidad de Coveys, puede estar contento con ello.
Hay varias formas de no estar contento que, pasando por encima de todos los estudios de psiquiatría habidos y por haber (porque sí, porque esto no lo lee nadie y escribo lo que me da la gana), simplificaré en dos casos canónicos:
- el que sabe lo que quiere
- el que no sabe lo que quiere
¿Cómo puede ser feliz este sujeto? (llamémosle A). La televisión y los libros de autoayuda que tanto gustan en las empresas recomendarían sin lugar a dudas hacer un poco de trampas, rebajar la meta para que así sea asequible, y lograr un rellano de felicidad.
¡Mal!
La altura de la meta es la que marca la felicidad conseguida. Me explico. Mi meta es quedar primero en todas las carreras de motos. No lo consigo, llego siempre por detrás del décimo. Solución monje-que-se-vendió-su-ferrari: que tu meta sea llegar octavo. ¿Cómo voy a ser igual de feliz que llegando primero?
Creo que la solución de A pasa por admitir que ese es el nivel máximo de felicidad al que podrá llegar jamás. Su meta debe seguir siendo llegar el primero; quien sabe si algún día lo conseguirá. Pero debe tener muy claro que ni tan siquiera llegando primero va a ser feliz; para aquél entonces ya se habrá marcado otra nueva meta que resultará inalcanzable. Está en su naturaleza idealista. Si reconoce que ha tocado techo felicista, si consigue desmentir el mito de que existe algo mejor, dejará de preocuparse sobre su propia infelicidad. El astuto lector habrá notado que eso va bastante en contra de todas aquellas religiones y doctrinas que prometen el oro y el moro después de muertos. Bienvenidos al ateísmo.
El que no sabe lo que quiere es un inconformista, en el sentido más literal posible del término; un culo de mal asiento, por usar un registro más vulgar. La solución de libro de texto pedirá a este personaje (al que llamaremos B por alfabetismo) que prolongue la duración de sus metas, de sus trabajos, de sus relaciones de pareja. Y ahí es donde nuevamente me erijo frente a generaciones de estudiosos de la materia para discrepar, para pedirle a B que también asuma su naturaleza cambiante, inestable, mobile, por referenciar a Rigoletto. En el caso de B, no es su situación actual lo que le disatisface, sinó sus metas, ora demasiado simples, ora demasiado complejas.
Cada uno tiene su forma de no estar contento. Y, sin necesidad de Coveys, puede estar contento con ello.
Monday, September 03, 2007
Festival del humor
Leo en El País que Letizia regresa a la vida laboral. ¡Menudo susto! Por un momento he llegado a pensar que había vuelto la República, que la princesa volvería a dedicarse al periodismo, y que podríamos salir a la calle a celebrarlo.
Nada más lejos de la realidad. La noticia se refiere a que Doña Letizia termina su período estival de no-asistencia a actos públicos -que ha consistido en una concatenación de su baja maternal con sus vacaciones- para dedicarse a una ajetreada, a la par que demandante y agotadora agenda de asistencias a acontecimientos de índole variopinta.
Espero que tenga una buena reentré; ya se sabe que volver al duro trabajo después de las vacaciones puede ser traumático, y necesitamos que desempeñe su tarea de la mejor manera posible.
Nada más lejos de la realidad. La noticia se refiere a que Doña Letizia termina su período estival de no-asistencia a actos públicos -que ha consistido en una concatenación de su baja maternal con sus vacaciones- para dedicarse a una ajetreada, a la par que demandante y agotadora agenda de asistencias a acontecimientos de índole variopinta.
Espero que tenga una buena reentré; ya se sabe que volver al duro trabajo después de las vacaciones puede ser traumático, y necesitamos que desempeñe su tarea de la mejor manera posible.
Saturday, August 04, 2007
New York, New York
Así que ésta es la ciudad de los rascacielos. Habiendo perdido la cuenta de las horas de vuelo de hoy (por no hablar de las horas que llevo despierto), estoy ya preparado para conocerla, para andar lo inandable; para conocer y vivir durante quince días los Estados Unidos de América.
Saturday, June 30, 2007
Stupidity
It is hard to find a better definition of stupidity than this one. A guy tries to steal an iPhone during a live TV interview, but he grabs the interviewer's mic instead. Only in America.
The interviewer says it's got nothing to do with the man trying to steal the iPhone, but who believes that?
The interviewer says it's got nothing to do with the man trying to steal the iPhone, but who believes that?
Sunday, June 24, 2007
Ultranatural
Los anuncios que aparecen en televisión suelen ser un buen punto de partida para mi instinto de crítica, a menudo necesitado de algo de esparcimiento.
El género de anuncios destinado a las mujeres sería, de por sí, digno y merecedor de estudio. Sin embargo me voy a centrar en el anuncio de un champú para el cabello, del que no recuerdo la marca.
Sumado a los ya requisitos indispensables de todo anuncio de champú, consistentes en largas melenas ondeando grácilmente al viento, aparece ahora el brillo. No se trata de un brillo cualquiera, ya que un brillo demasiado especular podría ser provocado por un cabello demasiado grasiento; se trata de un brillo con los factores de reflexión difusa y especular justos.
Lo que me sorprendió del anuncio en cuestión es que el producto promete un brillo ultranatural para el cabello. Me quedé reflexionando cómo podía ser que alguien considerara eso un motivo para comprar el champú. Un brillo más allá de lo natural, un brillo natural en exceso... ninguna de las acepciones del prefijo latín ultra parecía adecuada.
También existe la posibilidad que, efectivamente, lo bueno sea todo lo que es mejor que lo natural. En la línea de productos sanos para nuestra salud, también por televisión anuncian un zumo que, según afirman, es mucho mejor que lo natural, ya que, según reza el eslogan "la naturaleza es sabia, pero no tanto".
Me pregunto si la humanidad ya ha llegado al punto de ser más sabia que la naturaleza, de poder menospreciar los frutos de miles, millones de años de evolución. Me pregunto si los Nuevos Humanos están tan por encima de la naturaleza que sus interacciones e interrelaciones sociales son imposibles con el brillo natural de su cabello, y por eso necesitan ir más allá y tener un brillo ultranatural.
También me pregunto si lo que en realidad pasa es que se está desnaturalizando el lenguaje; si es que estamos construyendo una nueva dimensión del vocabulario basada en los eufemismos, donde ya no usamos el adjetivo con connotaciones negativas artificial, sinó el mucho más vendible ultranatural. Sólo parece un inofensivo pero nobueno indicio de la supremacía del abismo del pensamiento único, al que nos dirigimos quizá irremediablemente.
El género de anuncios destinado a las mujeres sería, de por sí, digno y merecedor de estudio. Sin embargo me voy a centrar en el anuncio de un champú para el cabello, del que no recuerdo la marca.
Sumado a los ya requisitos indispensables de todo anuncio de champú, consistentes en largas melenas ondeando grácilmente al viento, aparece ahora el brillo. No se trata de un brillo cualquiera, ya que un brillo demasiado especular podría ser provocado por un cabello demasiado grasiento; se trata de un brillo con los factores de reflexión difusa y especular justos.
Lo que me sorprendió del anuncio en cuestión es que el producto promete un brillo ultranatural para el cabello. Me quedé reflexionando cómo podía ser que alguien considerara eso un motivo para comprar el champú. Un brillo más allá de lo natural, un brillo natural en exceso... ninguna de las acepciones del prefijo latín ultra parecía adecuada.
También existe la posibilidad que, efectivamente, lo bueno sea todo lo que es mejor que lo natural. En la línea de productos sanos para nuestra salud, también por televisión anuncian un zumo que, según afirman, es mucho mejor que lo natural, ya que, según reza el eslogan "la naturaleza es sabia, pero no tanto".
Me pregunto si la humanidad ya ha llegado al punto de ser más sabia que la naturaleza, de poder menospreciar los frutos de miles, millones de años de evolución. Me pregunto si los Nuevos Humanos están tan por encima de la naturaleza que sus interacciones e interrelaciones sociales son imposibles con el brillo natural de su cabello, y por eso necesitan ir más allá y tener un brillo ultranatural.
También me pregunto si lo que en realidad pasa es que se está desnaturalizando el lenguaje; si es que estamos construyendo una nueva dimensión del vocabulario basada en los eufemismos, donde ya no usamos el adjetivo con connotaciones negativas artificial, sinó el mucho más vendible ultranatural. Sólo parece un inofensivo pero nobueno indicio de la supremacía del abismo del pensamiento único, al que nos dirigimos quizá irremediablemente.
Monday, May 28, 2007
No time, no space
Contemplava gairebé esbalaït el suau onatge de les cortines, que es gronxaven empeses per la brisa que també acariciava la seva cara, tot recordant-li que era viu, que tot allò era real.
Mai havia sentit tant la necessitat que li fos recordada la certesa de la seva existència. Feia molt de temps que vivia abstret, i si bé amb contacte físic amb el món real, l'aïllament que vivia la seva ment era innegable. No havia perdut l'esperança; tanmateix la il·lusió per conèixer allò nou, per viure bons i mals moments s'havia esvaït com la sorra fugint dels seus dits. Esperava ben poc de tot allò que l'envoltava.
Alba mai respongué a les seves insistents missives. Tal vegada no era culpa d'ella que, amb el seu silenci, el corroïa per dins. Qui sap si veritablement hi hagué respostes, xiuxiueigs tan febles que no va saber interpretar correctament. Això, si bé no el va fer defallir, sí que contribuí notablement al seu estancament, a la seva autolimitació.
La imatge de la cortina li resultava relaxant, perquè evocava altres llocs i èpoques mai viscudes. En segons podia traslladar-se dos segles enrere, o a un paratge al bell mig del continent africà, o inclús a una pel·lícula en blanc i negre on, mancat de color, el seu rostre s'expressava tal com era: gris i trist.
Mai havia sentit tant la necessitat que li fos recordada la certesa de la seva existència. Feia molt de temps que vivia abstret, i si bé amb contacte físic amb el món real, l'aïllament que vivia la seva ment era innegable. No havia perdut l'esperança; tanmateix la il·lusió per conèixer allò nou, per viure bons i mals moments s'havia esvaït com la sorra fugint dels seus dits. Esperava ben poc de tot allò que l'envoltava.
Alba mai respongué a les seves insistents missives. Tal vegada no era culpa d'ella que, amb el seu silenci, el corroïa per dins. Qui sap si veritablement hi hagué respostes, xiuxiueigs tan febles que no va saber interpretar correctament. Això, si bé no el va fer defallir, sí que contribuí notablement al seu estancament, a la seva autolimitació.
La imatge de la cortina li resultava relaxant, perquè evocava altres llocs i èpoques mai viscudes. En segons podia traslladar-se dos segles enrere, o a un paratge al bell mig del continent africà, o inclús a una pel·lícula en blanc i negre on, mancat de color, el seu rostre s'expressava tal com era: gris i trist.
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